Los besos que no vio la prensa

jueves, 13 de septiembre de 2012



El Espejo Negro publica esta columna de opinión para solidarizarse con la exigencia de respeto y no discriminación de la población LGTBI de Cartagena y por que creemos que la actitud de varios comunicadores ayer no fue adecuada y refuerza los estereotipos de una profesión que requiere respeto por los protagonistas de una historia y profesionalismo para contarla.

Texto de la Columnista Claudia Ayola publicado en 4 Gatos 

Después que a una señora incómoda y altanera, residente del conjunto residencial Las Bóvedas de Cartagena, se le ocurriera llamar a la Policía por haber visto frente a su vivienda a una pareja de mujeres besándose, y después de que la Policía, guiada por su homofobia, o por su ignorancia, o por la incapacidad de seguir lo que ordena la Constitución y sus propias directivas institucionales, se le diera por exigirle a las jóvenes que desalojaran el lugar; a las organizaciones sociales de defensa de los derechos LGTBI y de los derechos de las mujeres, no les quedó otra que movilizarse.

Y es que las movilizaciones sociales ocurren gracias a los absurdos, a la incapacidad que tenemos para reconocer a los otros en sus plenas diferencias. Entonces, en unas cuantas horas, los líderes LGTBI convocaron a una “besatón” frente al mismo conjunto residencial, ubicado en el centro histórico de la ciudad.  Se concentraron en el lugar a las 5 de la tarde del pasado miércoles con pancartas que decían “Venimos a besarnos”, “no hay nada de inmoral en besarse con amor”, “1482 Ley Antidiscriminación”, entre otras tantas.

La prensa, como nunca antes, se presentó de manera masiva. Cámaras de televisión de medios locales y nacionales, periodistas de prensa escrita y de radio, fotógrafos, empezaron a pedirles a los activistas que dejaran de hablar y que se apuraran a besarse. 

Por un momento, el espectáculo tan anunciado, pasó a un segundo plano.  Quizá la cuestión más crítica no era ver a hombres besándose con hombres, el verdadero asunto era ver a periodistas presionando para que el show mediático comenzara pronto: “A nosotros nos llamaron para una cosa, si no se van a besar dígannos de una vez”, “Necesito que empiecen a besarse ¡ya! porque se va la luz y no puedo grabar”, “Nosotros no los vamos a obligar a besarse, pero si no se besan no hay noticia”

Alfonso Marrugo, el líder de la Corporación Caribe Afirmativo, que había convocado el plantón, se dirigió a la multitud de manera valiente, habló de derechos al espacio público, de los abusos policiales, de la lucha contra la homofobia, del incumplimiento de una directiva de la misma Policía, pero a los periodistas no parecía importarles el tema.  Rubiela Valderrama, reconocida líder del movimiento de mujeres, hizo lo propio y con entusiasmo se refirió a la inaceptable violencia contra las mujeres. Sin embargo, esto tampoco parecía importarles a los periodistas que, tan solo, pretendían obtener unas fotografías de los besos prometidos.

Los activistas no estaban decididos a actuar bajo presión, porque era evidente el desinterés en el tema de fondo, y el absoluto interés en el show mediático.  Sin embargo, cuando la tensión cedió un poco, empezaron unos tímidos besos, que finalmente fueron tomando entusiasmo. 

Christian Howard, líder de la organización Calleshortbus, dijo con cierta sorna: “Señores periodistas, quieren besos, se están perdiendo”; y la prensa actuó como perros de caza.  Sin embargo, después de algunos besos, una periodista dijo: “Ya le mandé la foto a mi jefe y dice que no sirve.  Se tienen que besar todos al mismo tiempo o no salen”.

Los activistas comprendieron para qué iba la prensa. Y varias parejas se besaron  al mismo tiempo.  Algunos periodistas se sintieron satisfechos. Aunque la ‘reportera’ de RCN Televisión lucía molesta, insistía en que la luz ‘se había ido’.  Se acercó a aclararme que ella no era homofóbica, y que bueno, si habían hablado de besos, debían besarse.  Le expliqué que la agenda de la realidad social no se debía ajustar a la agenda mediática, y ella me aseguró que esa era la teoría, pero que en la práctica sí.  Le cuestioné esa manera de hacer periodismo, y le insistí que los medios debían ajustarse a la realidad social, que leyera a Kapuscinski (reportero polaco), pero dudo mucho que ella supiera quién es Kapu.  Me dijo que “él no trabajaba en Colombia y que aquí las cosas eran muy diferentes”.  

Y quizá tiene razón. Colombia es el país en el que las liberaciones se de los secuestrados tienen bandas sonoras, aún cuando son en directo.  La periodista se fue molesta porque le hicieron perder su tiempo, porque entrada la noche, la luz había empezado a irse, y con la luz se iría la posibilidad de tener una nota y aumentar la suma de fin de mes.

Un periodista, mucho más sensato, explicó que una cosa era el periodismo que se aprendía en las escuelas y otro muy distinto el que se hacía en la realidad, que si el jefe decía que no salía la nota, no salía, y que ellos no podían hacer nada. 

Esta sinceridad cuestiona, sin duda, qué se enseña es las escuelas de periodismo y cuánto aplica esto al verdadero desempeño del oficio.  Cómo se puede ser un periodista decente en medio de esta maraña de pretensiones mediáticas. 

Una vez la prensa se fue, las dos mujeres que fueron víctimas de los abusos policivos comenzaron a besarse espontáneamente. Un beso apasionado, dulce y amoroso a la vista de los policías y de los vecinos del conjunto residencial que se encontraban cerca. Un beso libre y prolongado. Esto, por supuesto, no lo vieron los periodistas, ni pudo ser registrado en ningún medio de comunicación. 

Galería de imágenes.

El artículo original puede ser consultado en el siguiente enlace

1 comentarios:

  1. Anónimo dijo...:

    Una soberana maricada. Recojanse.

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